La docencia en economía frente a la era de la posverdad

Vivimos en tiempos confusos donde el cambio y las contradicciones se nos presentan como algo cotidiano. A principios del año 2020 una inesperada pandemia, “el covid-19”, irrumpió en nuestras vidas revolviéndolo todo. Nos confinaban en casa y la esperanza de recuperar nuestra antigua vida se nos mostraba lejana. Las consecuencias económicas que la pandemia conllevaba fueron considerables. Antes de lo imaginado comenzaron los avances científicos. Surgieron las primeras vacunas y con ello un posible final del oscuro túnel. El pensamiento científico se impuso al discurso de opinión y los políticos aceptaron la ciencia como forma de guía.

Paralelamente en el tiempo una nueva ley de educación se tramitaba. Su texto introducía diversos cambios en el currículo. Algunos que afectan a la asignatura de economía que pierde peso. En estas líneas, ofrezco una reflexión de la importancia de los conocimientos que se adquieren en esta asignatura, como así afirma también la OCDE.

La desinformación, la educación y la asignatura de economía en 4º de la E.S.O.

En el mundo del conocimiento y de la hiperconectividad ha ido ganando peso la desinformación. Las denominadas “Fake news” confunden y desorientan a muchos ciudadanos. Más que nunca en la historia se percibe como necesario una sólida formación y conocimientos para desarrollar un pensamiento crítico que sea capaz de dirigirnos a través de un mar de noticias en ocasiones, quizás no falsas, pero desde luego tremendamente sesgadas e interesadas. No es fácil.

El aprendizaje de la economía como ciencia que se encarga de administrar unos recursos escasos y elegir entre las múltiples opciones alternativas que se nos presentan es central en nuestras vidas. Debemos estar formados y dotados de herramientas y conceptos económicos que nos permitan discernir y planificar nuestro futuro: desde abrir una cuenta de banco a comprar una casa, por no hablar de crear una empresa pequeña o gestionar un presupuesto. Como personas que vivimos en una economía mixta de mercado se nos presenta como clave el poder manejar nuestros ahorros de la manera más inteligente posible y garantizar así nuestro bienestar financiero.

Más aún, en un mercado laboral que se encuentra en profundo cambio, el pasado año 2021 el Foro Económico Mundial aseguraba que la automatización respecto al empleo suplantará 85 millones de trabajadores, por otro lado, podría crear otros 97 millones de empleos de aquí al 2025, ¿estamos preparados para entender lo que supone la transformación de este mercado?

Además, los resultados de la encuesta de competencias financieras que publicó el Banco de España en 2016, y que el 2021 tuvo su segunda edición, nos dice lo siguiente: la mitad de los jóvenes españoles, es decir el 51% de los jóvenes entre 18-34 años, no saben contestar que es inflación, y otro, 54% y 57% tampoco sabrían contestar, qué es tipo de interés compuesto o diversificación del riesgo. Sin embargo, si analizamos a la población por nivel de estudios y observamos la población que tiene los estudios de E.S.O, el número de individuos, que no sabe contestar estos conceptos desciende en 12, 2 y 9 puntos situándose en 39% para inflación, 52% interés compuesto y 46% para diversificación del riesgo. El informe de esta manera revelaba que existen importantes diferencias en los resultados si se considera el nivel educativo de los encuestados.

Con estos datos queda claro que todos los ciudadanos debemos aprender los conceptos básicos de economía para no ser analfabetos financieros. Cuarto de la E.S.O, último año de enseñanza obligatoria, y cuando un porcentaje considerable de alumnos abandonan por múltiples motivos los estudios, es la última oportunidad que tenemos de manera reglada de influir en sus conocimientos. Hasta ahora se impartían dos asignaturas en este nivel: Economía e Iniciativa y actividad emprendedora. Con la nueva ley se reducen a una sola. ¿Es esto tan malo? Adentrémonos en la era de la posverdad.

La era de la posverdad

La palabra posverdad fue utilizada por primera vez en 1992 en un artículo de Steve Tesich para la revista The Nation. El autor, escribiendo sobre la guerra de Irak y los escándalos de Watergate, nos expone que hemos aceptado vivir en una sociedad donde se miente sin discriminación y se ocultan los hechos. Ralph Keyes en el libro The Post-truth Era (2004) nos indica que vivimos en una era en que la posverdad se ha asentado entre nosotros y la manipulación creativa puede llevarnos más allá del reino de la mera exactitud hacia un reino de la narrativa de la verdad. La información embellecida se presenta como verdadera en su espíritu, y en ocasiones, como más verdad que la verdad.

¿Podrá esto estar sucediendo en la actualidad? ¿Podemos acaso estar inmersos en un periodo de la historia donde sean más importantes y mejor aceptadas noticias e informaciones que tengan fuentes poco fiables? El ciudadano de a pie es bombardeado de manera constante por todo tipo de estímulos que distraen su atención robándole buena parte de su tiempo. En su bolsillo o en la mano lleva su smartphone, dispositivo que lo conecta y le permite recibir mensajes, de forma pasiva, constantemente. En este contexto necesita de una buena disposición para indagar en busca de la verdad, siendo lo más fácil caer en la tentación de recurrir a las redes sociales como fuente de saber y como medio para adquirir conocimientos que compartir con nuestro circulo social más cercano.

Facebook, como medio para transmitir noticias, por ejemplo, ha cobrado protagonismo frente a la prensa escrita tradicional y los medios convencionales. Esta red social con su algoritmo hace una selección de lo que vamos a ver ofreciendo noticias similares a las que somos afines. Esto conlleva que cada vez nuestra visión del mundo sea más limitada y nuestro pensamiento crítico menor. La red nos hace más radicales pues sólo nos muestra una cara de la verdad. Si a esto añadimos que la red se ha convertido en un río de medias verdades que sacuden y desafían nuestros conocimientos haciéndonos dudar de las instituciones y saberes antes incuestionables tenemos ya el caldo de cultivo para el advenimiento de la era de la posverdad.

Debemos recuperar el principio de autoridad de las fuentes, cuestionar el origen de las supuestas noticias, buscando desmentir las que tratan de desdibujar la verdad. Las universidades como centros de investigación, los medios de comunicación, los organismos oficiales y científicos deben recuperar el lugar y el valor que adquirieron por sus propios méritos. Estas deben prevalecer y llegar a todos los ciudadanos frente a otro tipo de fuentes sin autoridad ni preparación que no usan el método científico y los hechos como forma de acercarse al conocimiento. Tenemos que educar a los alumnos a qué revisen las fuentes de información, analicen el rigor de los razonamientos, y desconfíen de los falsos expertos, encumbrados de forma viral, que no suelen tener ninguna autoridad ni credencial sobre lo que opinan.

El saber debe ser accesible a todos los ciudadanos para lo que se necesita unas conocimientos y vocabularios básicos. Especialmente, esto es relevante en materias como la economía, área del conocimiento que inunda y llena las páginas de todos los diarios y noticiarios en televisión, en nuestro día a día.

Tiempo para reaccionar

Cuando hablamos de cambio climático nos referimos a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos. Estos cambios pueden ser naturales, por ejemplo, las variaciones en el ciclo solar. Sin embargo, desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido el principal motor del cambio climático debido principalmente a la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas. La quema de combustibles fósiles genera emisiones de gases de efecto invernadero que actúan como una manta que envuelve a la Tierra, atrapando el calor del sol y elevando las temperaturas. Ante esta situación el acuerdo de París puso como objetivo limitar el calentamiento mundial a muy por debajo de 2 grados, preferiblemente a 1,5 grados centígrados, en comparación con los niveles preindustriales. El planeta ha iniciado una cuenta atrás que tiene que ver muy claramente con un modelo económico lineal que hasta hace muy poco no ha considerado el medio ambiente para su desarrollo. Frente a esta situación necesitamos ciudadanos críticos que puedan entender un mundo que pide a gritos un cambio de paradigma y ser participes del cambio. Las finanzas sostenibles, por ejemplo, son una alternativa a la inversión tradicional que implica que para apoyar con mi dinero un proyecto empresarial que ha de cumplir determinados requisitos sociales, medioambientales y de buen gobierno.

La nueva ley de educación deja en manos de cada comunidad autónoma la posibilidad de desarrollar más el currículo en economía. Es tiempo de reaccionar. Las nuevas generaciones merecen tener cultura económica suficiente para evitar ser engañados o atrapados por cantos económicos de sirena que nos lleven a la destrucción del planeta. Si para salir de la pandemia ha sido imprescindible la difusión de conocimientos científicos entre la población general, no podemos dejar de lado la importancia que puede tener, especialmente entre los jóvenes que terminan la E.S.O, apropiarse de conceptos como economía circular o desarrollo sostenible. Tampoco podemos olvidar que gestionar un presupuesto, entender qué es una hipoteca, o apreciar lo que implica una tasa de interés les será necesarios con seguridad en un futuro.

Miro mi reloj es hora de repasar las clases que impartiré mañana. El mundo seguirá girando después que escriba estas líneas. Mañana miles de noticias invadirán nuestros dispositivos. La verdad corre el riesgo de desaparecer al igual que ciertos conocimientos de nuestro alumnado. La posverdad ha venido para quedarse y puede que no nos encuentre preparados. Suspiro mientras guardo el documento. Todavía hay esperanza de encender la llama del cambio en nuestra sociedad. Todavía estamos a tiempo de reaccionar y dar una oportunidad a los alumnos de la E.SO para que encuentren en el aprendizaje de la economía una competencia necesaria que los acompañará el resto de sus vidas.

Escrito por Alejandro Negueruela Azarola .

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