Para enseñar es necesario haber descubierto primero, como se aprende lo que queremos explicar. Uno de los mayores enemigos del conocimiento es pensar que ya lo sabemos todo. La humildad junto con la voluntad permite cambiar el rumbo de nuestro conocimiento y en la mayoría de los casos el de nuestras vidas. Llega la navidad con sus vacaciones, ya trancurrió el primer trimestre y me encuentro frente al ordenador para mandar un mensaje de felicitación a mis alumnos de economía del curso 2021-2022.
Pienso en lo olvidada que tenemos la humildad. La humildad nos permite observar nuestros defectos sin perjuicios añadidos, ¿y qué importa eso? ¿Acaso es tan importante ser perfecto?, la ausencia de ella, sin embargo, nos impide escuchar a los que nos rodean. Y es que, todos somos maestros y todos somos a su vez alumnos, que necesitamos aprender. Creer que lo sabemos todo es el mayor enemigo del aprendizaje, nos hace cometer errores, encerrarnos en una sabiduría caduca, que evita que repensemos lo que hasta el momento hemos aprendido. El ego nos hace sordos totales a las aportaciones que los demás nos hacen en muchas ocasiones de forma desinteresada. Todos tenemos nuestro trocito de verdad, no lo olvidéis. Ese es mi primer mensaje para estas navidades sé humilde porque la humildad a todas luces es el mayor constructor de conocimiento que conozco. ¡De todos sin excepción se puede aprender algo!
El segundo mensaje, es el de la fuerza de voluntad, los que de vosotros practiquéis algún deporte tendréis más claro que la voluntad se puede entrenar. En la actualidad la voluntad ha sido desplazada de los circulos académicos. Todo en la educación parece tener que ver con la motivación, y poco, con la habilidad para enfrentarse de forma persistente a problemas realmente dificiles y superarlos. Saber motivarse es una gran virtud pero esta necesita de la perseverancia para conseguir tus metas. Entrena tu voluntad. Marcate desafios pequeños que te hagan descubrir lo poderoso que puedes llegar a ser. La falta de fe de lo que podemos hacer es uno de los mayores obstáculos para la consecución de los objetivos de todo ser humano. Necesitamos creer que podemos hacer algo y para ello lo mejor es tener metas pequeñas y concretas. Comienza marcandote objetivos pequeños y una vez conseguido amplia poco a poco tus metas. Pueden ser cosas tan cotidianas como levantarte 5 minutos antes, hacer la cama, lavarte los dientes o correr cinco minutos todos los días durante un periodo de al menos treinta días. Si fallas un solo día tienes que comenzar de nuevo. No es el proposito lo que importa si no la capacidad de cumplirlo sin excepción durante el periodo marcado. De esta manera alcanzarás la capacidad de fijar nuevos hábitos y a la vez habrás comenzado a educar tu voluntad.
Con humildad y con el deseo que tu fuerza de voluntad te permita alcanzar tus objetivos, se despide vuestro profesor de economía, deseando que pases una ¡FELIZ NAVIDAD!
Escrito por Alejandro Negueruela Azarola para sus alumnos de economía del Ies Dr. José Zapatero Domínguez 🙂